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sábado, septiembre 13, 2008

El sabor de la bacteria. (Subjuntivo, je)





Me gusta escuchar tu voz. Tu voz de preocupada. Se oye a lo lejos. Con eco, como con eco. Pero se oye bien. Me gusta tu voz, tenés una voz rica, comestible, difícil de no oír, pero también es segura, como si eso fuera malo lo digo, quiero decir cuando digo también. No hay nada malo, descansá. Tu voz preocupada, haciendo esfuerzo por hablar mientras hace un esfuerzo. Por intentar arrastrar algo más pesado que vos. Por quitarlo de esa zona húmeda, gelatinosa, con ese olor a rancio, o ese olor que un poco suele punzar en las narices que lo conocen, al olor, al entrar a un sitio y que éste esté allí, invadiendo todo, llamando la atención como un tren que perdió su carga, un petrolero que llega sin combustible, un río que alcanza la desembocadura seco. Eso, un petrolero es un río seco. Un bulto seco.
Tu voz como nube. Nube de lluvia, pesada, grave y también segura, digo también y no es que me moleste, me gusta la lluvia, pero la voz llega ahora como de atrás de un cristal, un cristal de agua. Del vapor. También se que los ojos están abiertos. Pero apagados. Están apagados para ver, pero abiertos. Vieron mucho de nada. Ahora no son necesarios. Es que no se puede hacer sordo uno, o dos oídos, y ahora es bonito escucharte haciendo esfuerzo. Y tenés fuerza. Llevaste el bulto a un lugar más suave, más cálido que el agua cálida. Lo cubriste. Intentaste repararlo entre las arcadas, pero intentaste repararlo. siempre Decís una verdad con esa voz tan segura. También sabes que lo muy seguro me hace dudar, si. Ya lo sabés.
Si, me siento un tonto no escuchando tu voz segura pidiendo que no te deje. Que no los deje.






Gg.
13-sep-08
MalBella

La que toma el Diego










En el borde sinuoso donde uno vive al salir del sueño y acampa por un rato en la bruma poco tierna de esa vigilia pegajosa es donde las cosas se dan a entender de otra forma, o simplemente se dan a entender.
Y aunque uno no puede, o no le satisface, dejar que el control de la situación vaya normalmente algo por su cuenta, siendo esto lo que pone en alerta al organismo. Entonces se bombardea los jugos adrenalínicos para la alerta hacia la realidad tangible, la realidad social, la que se usa a diario, la que pregona el Reader´s Digest´s (sic) sin mirar a quien.
Y al fin aquí estamos, ya nada de charlas con ociosas ballenas, amigos muertos, personajes sin cara pero con ideas claras en duda, y toda esa panoplia de situaciones. Ahora nada de eso, solo realidad. De la pura. De la dura. La que toma el Diego.









Gg
07/05/2008 03:03:14 a.m.

Marbella