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lunes, diciembre 19, 2005

Mi cuento de Navidad







Es justo en este momento cuando me detengo a oír el silencio que ha quedado allí atrás. Lo que no había pensado era sobre las formas que éste podía tener. Y sobre todo como podía reaccionar.
El silencio fue provocado, un tanto intencionalmente y otro tanto por azar.
El silencio me lo produje casi te diría desde niño. Desde que decidí no oír demasiadas cosas, y muchas más si provenían de personas.
Entonces decía del silencio, de cuando me detuve por fin a sentirlo en sus formas.
Recuerdo que cuando organicé esto tuve una mala espina, un pequeño escalofrío que me recorrió el alma. Aun así lo hice.
Fui a un sitio apartado, lejos de la ciudad donde acampé dentro de un bosque de pinos cerca del mar. Eran los últimos días de diciembre del 99 y quería escapar al bullicio de la ciudad y dar una “bienvenida” al nuevo milenio de una manera que me pareció diferente. Punto.
El hecho es que caminé por las dunas buscando un sitio en el que me hallara cómodo y lo encontré. Sobre la cima de una duna que abarcaba el horizonte a todo alrededor. Apenas un poco de aire se movía al fin de la tarde y pelé un cactus como un botón que había recogido en Tandil para la ocasión y lo masqué viendo el sol ponerse.
Aquí es donde comienza aquello del no oír. Apareció de repente, con una lividez reconfortante. Luego de unos momentos desde el lugar donde el Sol se pone llega como un aire y luego aquello a lo que me refiero con la forma. El aire en movimiento generalmente produce un rozamiento que produce sonidos, en cambio solo sentía que el aire se trasladaba en silencio, o viceversa, como si yo me moviera en él, pero eso no lo es todo. Lo que más me “inquietó”, aunque no se si es la palabra correcta pues nada, absolutamente nada me inquietaba en esos momentos, es esto que luego de sentir el aire moverse observé pequeños puntos desde el sol hacia mi. Una increíble nube de moscas, que cubría toda la tierra y el mar, me atravesó sin que alguna de ellas llegara a tocarme durante unos momentos. Eso fue algo increíble que aún me pregunto si verdaderamente sucedió, y pienso que sí, que así fue, las moscas parecían una nube, como una tormenta o niebla que lo cubrió todo. Eso es lo que llamo la forma del silencio. Cuál es? No lo sé! Solo te puedo decir que tiene la forma de una nube de moscas. No se para ti que forma tendrá? Si es que te interesa vale la pena averiguarlo.
En fin que mi delirio místico en ese momento me hizo atravesar una visión panorámica de lo que en ese entonces era mi vida, algo atravesado por moscas y silencio.
También recuerdo que cayó el sol cuando las moscas desaparecieron.
También sé que alguien, durante esos días que me aislé, robo un auto para buscarme y la vi pasar entre los árboles pero mas huraño que nadie la dejé ir para que me encontrara luego. Fue una gran mujer. Pero siempre estuve rodeado en silencio por nubes de moscas.






G. G.
18-12-005 05:37 hs.
Otra pequeña cosa que me ha sucedido y no se porque repentinamente recordé anoche.