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viernes, diciembre 30, 2011

Road to Finis Terrae ( Parte II)


Grado a Cornellana- Sobrearribas- Llamas- Quintana- Villazón- Casazorrina- Salas: 21.30 Km. (Salas-Tineo 18 Km. Terreno en pendiente, en subida)

Tomo un café en la Pacita, pequeño bar en la etapa de grado a Cornellana. Un personaje encomiable me recibe con un café de filtro con leche gorda ordeñada no hace mucho ese mismo amanecer. Luego de haber visto las vacas en los prados entiendo el sabor de esta leche.

He visto un pájaro. Bellísimo. Pero diferente. Tal vez lo diferente era lo bello o que era bellamente diferente. Tenia el cuerpo que cualquier otro pájaro, además de plumas lo que no extrañaba nada. Pero lo diferente era su morfología. Era casi cuadrado. Su vuelo era llamativo también. Tangencial y perpendicular, parecía moverse sobre planos reticulares. Se acercaba raudo y recto al árbol de frutos amarillos y comía de él. Extraño ver los trozos cúbicos que faltaban de pero después! Un extraño tipo de alimentación arquitectónica deconstructiva se podría decir. Y cuando deponía en el suelo quedaban bloques! Así formaba su nido, de forma piramidal y de unas proporciones dantescas de acuerdo a la edad del ave. Tenía mas señales extraordinarias. Cuando respiraba el aire filtraba el polvo y la humedad exacta para lograr la masa exacta de su argamasa de construcción. Y sus garras! Lanzaban agua!! Cuando sobrevolaba su nido piramidal lo rociaba con el aquel líquido lo mantenie fresco. Vaya maravilla de ave!
Vivía en una zona desértica hace mucho tiempo, pero ya su entorno parecía una jungla cúbica.

4.6.11
Ayer, 3.6.11, el camino fue algo duro. Tenia una rozadura en la espalda y sobre los hombros. Me jodió mucho, entonces cargue menos agua y aligeré un poco el peso de las correas sobre los hombros desacostumbrados. Me recomendaron un ungüento que me permitió seguir. Aún así cumplí el tramo sobradamente y muy tranquilo disfrutando. Al final unas cervezas con una pareja de Cataluña Virgi y Dodre, y un tío de Santander que hacía por enésima vez el camino aunque ahora en bicicleta.

5.6.11
Queda un tramo de 8 km para el próximo albergue, relajado, aunque tal vez siga al siguiente, aunque no perderé el paso relajado mientras busco y retrato las imágenes que el camino evoca.
Hemos pasado el albergue y seguimos al siguiente unos 5 o 6 km mas adelante. Algo ha sucedido en el último lugar, respecto a las plazas cubiertas, las reservas, a una discusión o respecto vaya a saber que. No me interesa nada de ello, es justo algo que estoy evitando, sigo adelante. Quizás salte parte del tramo. Necesito curar ampollas y rozaduras, buscar una gorra, una cortaplumas y partir rumbo al viento.
(Hubo un prado bello, con un árbol en medio. Algunos cables intentaban distraer. Los obvié. Algunas cosillas de la LX5, su modo manual!)

árboles solos

míralos
ahí!
llaman la atención
se intentan comunicar
con otros árboles
sólo los días de viento
las tormentas solo
los rayos
quizás no llamen la atención
tan sólo son mi imagen

Canciones. Músicas. (ver Walden...
He cruzado un bosque. Había músicas arriba entre las hojas de las copas traslucidas del sol y la luz de la mañana. Canciones. En el aire húmedo del bosque por la mañana los líquenes y musgos rebozan entre las cortezas y piedras apiladas. En las fuentes, en la vertientes o los tallos de los castaños. Y por las sendas las cortezas pintadas con nuevos signos de colores, o tal vez tan viejos como el tiempo o el Sol. Y dejarse sentir. Quieto. Percibir los sentidos. Mirando las copas mecerse suaves y el arrullo suave del arroyo saltando de piedra en piedra mientras estoy recostado en un linde fuera del sendero interpretando el sonido, de las imágenes, del tacto, con los sabores y olores intensificados. Entonces un pequeño corso se detiene tan cerca que te ve y queda quieto como el aire y sus ojos negros te observan mientras te husmea y te diferencia del follaje por la roja camisa leñadora o quizás porque parpadeaste y se gira tan rápido, vigoroso, ágil y sagaz desapareciendo en el tornasolado de sombras brillos e instantes quietos con tres movimientos justos. Tres movimientos de rigor.

Caminar por carreteras vecinales con abejas que se acercan al oído y cantan sonatas con sus alas breves, arpegios claros y cantatas volcánicas. Bordeando praderas verdes sin ballenas blancas aunque navegadas por solitarios árboles que protegen al paisaje del barroco condimento de los cables. Ir como romántico, un tonto atontado enloquecido ante una amapola roja sobresaliendo sobre un campo de trigo sobrevolado por cuervos.
He conocido a los cuervos. Los he visto por primera vez hace nada. El brillo metálico azulado de sus plumas negras contra el capote de una niebla instantánea que brota del linde de un bosque y baja hacia los valles hasta que una brisa despierta y la arrastra contra el suelo y la convierte en una cascada que hace el sonido que se oye dentro de una siesta hipnótica.
Pues entonces estar dormido tal vez y ser las ramas bajas apoyadas sobre el cauce corto y rápido entre las rocas donde las truchas rolan las corrientes y mosquean las transparentes tensiones superficiales de un infinito trance.