Grado
a Cornellana- Sobrearribas- Llamas- Quintana- Villazón- Casazorrina-
Salas: 21.30 Km. (Salas-Tineo 18 Km. Terreno en pendiente, en subida)
Tomo
un café en la Pacita, pequeño bar en la etapa de grado a
Cornellana. Un personaje encomiable me recibe con un café de filtro
con leche gorda ordeñada no hace mucho ese mismo amanecer. Luego de
haber visto las vacas en los prados entiendo el sabor de esta leche.
He
visto un pájaro. Bellísimo. Pero diferente. Tal vez lo diferente
era lo bello o que era bellamente diferente. Tenia el cuerpo que
cualquier otro pájaro, además de plumas lo que no extrañaba nada.
Pero lo diferente era su morfología. Era casi cuadrado. Su vuelo era
llamativo también. Tangencial y perpendicular, parecía moverse
sobre planos reticulares. Se acercaba raudo y recto al árbol de
frutos amarillos y comía de él. Extraño ver los trozos cúbicos
que faltaban de pero después! Un extraño tipo de alimentación
arquitectónica deconstructiva se podría decir. Y cuando deponía en
el suelo quedaban bloques! Así formaba su nido, de forma piramidal y
de unas proporciones dantescas de acuerdo a la edad del ave. Tenía
mas señales extraordinarias. Cuando respiraba el aire filtraba el
polvo y la humedad exacta para lograr la masa exacta de su argamasa
de construcción. Y sus garras! Lanzaban agua!! Cuando sobrevolaba su
nido piramidal lo rociaba con el aquel líquido lo mantenie fresco.
Vaya maravilla de ave!
Vivía
en una zona desértica hace mucho tiempo, pero ya su entorno parecía
una jungla cúbica.
4.6.11
Ayer,
3.6.11, el camino fue algo duro. Tenia una rozadura en la espalda y
sobre los hombros. Me jodió mucho, entonces cargue menos agua y
aligeré un poco el peso de las correas sobre los hombros
desacostumbrados. Me recomendaron un ungüento que me permitió
seguir. Aún así cumplí el tramo sobradamente y muy tranquilo
disfrutando. Al final unas cervezas con una pareja de Cataluña Virgi
y Dodre, y un tío de Santander que hacía por enésima vez el camino
aunque ahora en bicicleta.
5.6.11
Queda
un tramo de 8 km para el próximo albergue, relajado, aunque tal vez
siga al siguiente, aunque no perderé el paso relajado mientras busco
y retrato las imágenes que el camino evoca.
Hemos
pasado el albergue y seguimos al siguiente unos 5 o 6 km mas
adelante. Algo ha sucedido en el último lugar, respecto a las plazas
cubiertas, las reservas, a una discusión o respecto vaya a saber
que. No me interesa nada de ello, es justo algo que estoy evitando,
sigo adelante. Quizás salte parte del tramo. Necesito curar ampollas
y rozaduras, buscar una gorra, una cortaplumas y partir rumbo al
viento.
(Hubo
un prado bello, con un árbol en medio. Algunos cables intentaban
distraer. Los obvié. Algunas cosillas de la LX5, su modo manual!)
árboles
solos
míralos
ahí!
llaman
la atención
se
intentan comunicar
con
otros árboles
sólo
los días de viento
las
tormentas solo
los
rayos
quizás
no llamen la atención
tan
sólo son mi imagen
Canciones.
Músicas. (ver Walden...
He
cruzado un bosque. Había músicas arriba entre las hojas de las
copas traslucidas del sol y la luz de la mañana. Canciones. En el
aire húmedo del bosque por la mañana los líquenes y musgos rebozan
entre las cortezas y piedras apiladas. En las fuentes, en la
vertientes o los tallos de los castaños. Y por las sendas las
cortezas pintadas con nuevos signos de colores, o tal vez tan viejos
como el tiempo o el Sol. Y dejarse sentir. Quieto. Percibir los
sentidos. Mirando las copas mecerse suaves y el arrullo suave del
arroyo saltando de piedra en piedra mientras estoy recostado en un
linde fuera del sendero interpretando el sonido, de las imágenes,
del tacto, con los sabores y olores intensificados. Entonces un
pequeño corso se detiene tan cerca que te ve y queda quieto como el
aire y sus ojos negros te observan mientras te husmea y te diferencia
del follaje por la roja camisa leñadora o quizás porque parpadeaste
y se gira tan rápido, vigoroso, ágil y sagaz desapareciendo en el
tornasolado de sombras brillos e instantes quietos con tres
movimientos justos. Tres movimientos de rigor.
Caminar
por carreteras vecinales con abejas que se acercan al oído y cantan
sonatas con sus alas breves, arpegios claros y cantatas volcánicas.
Bordeando praderas verdes sin ballenas blancas aunque navegadas por
solitarios árboles que protegen al paisaje del barroco condimento de
los cables. Ir como romántico, un tonto atontado enloquecido ante
una amapola roja sobresaliendo sobre un campo de trigo sobrevolado
por cuervos.
He
conocido a los cuervos. Los he visto por primera vez hace nada. El
brillo metálico azulado de sus plumas negras contra el capote de una
niebla instantánea que brota del linde de un bosque y baja hacia los
valles hasta que una brisa despierta y la arrastra contra el suelo y
la convierte en una cascada que hace el sonido que se oye dentro de
una siesta hipnótica.
Pues entonces estar dormido tal vez y ser las ramas bajas apoyadas sobre el cauce corto y rápido entre las rocas donde las truchas rolan las corrientes y mosquean las transparentes tensiones superficiales de un infinito trance.