Páginas Que Se Recomiendan. Introduzca Monedas Allí!

jueves, diciembre 01, 2005

Penal




De derecha y que el pie diera muy poco por debajo del centro del cuero, y de puntín, para que fuera hacia la parte alta y del centro del arco, siempre pensando en que el arquero irá hacia uno de los lados. Fuerte al centro y arriba es gol seguro. Es ley. Aunque el arquero esté parado en medio de la trayectoria es imposible detener la bocha a la velocidad que agarra de puntín.
Y en ningún momento miré directamente al arquero a los ojos. El arquero se llamaba Justo Urquiza y fue un amigo hasta que dejó de serlo el día que firmó con Mataderos. Son algunas de las cosas que tiene el fútbol.
Ya habíamos pateado penales con Justo cuando éramos amigos, y él mayormente adivinaba adonde yo se la colocaba, o la mayor parte de las veces. Por eso, en ningún momento lo miré a los ojos. Porque cualquier gesto desequilibraría mi táctica de patear al centro fuerte y arriba o con solo leerme la mirada sabría donde pensaba yo patear.
Parado a seis pasos detrás de la pelota con un ligero ángulo hacia la izquierda. Detrás tengo a diez compañeros dándome cada uno un consejo diferente sobre donde colocar la pelota dentro del arco más los diez compañeros de Justo cagándome a puteadas en diferentes tonos. Más alrededor de 430 hinchas y familiares y amigos que se juntaron para presenciar la final de Primera del torneo de fútbol de nuestra ciudad entre los dos clásicos rivales a muerte, Villa del Parque y Mataderos. Yo, como delantero del equipo y goleador, y con tres penales metidos de tres, miro a la pelota que acomodé con increíble cariño y amplios cuidados sobre el centro del manchón de cal a doce pasos del arco donde Justo ataja con una pasividad exterior apasionante.
Miro la pelota y el árbitro pita dando la orden de ejecución.
Mirando la pelota tenso todo el cuerpo para lanzarlo hacia delante y tomar envión para darle al balón de puntín. Pero un momento antes me detengo. Lo pienso y cambio de táctica. Entonces me acomodo un poco hacia el centro, siempre mirando la pelota y entre medio de algunos gritos de aliento desde detrás del alambrado. Mientras tanto siento en mi nuca la mirada de mis compañeros en silencio y también las puteadas de los contrarios. Y yo sin quitar la mirada del esférico. También siento la impaciencia del árbitro pero lo que más me preocupa es que allí delante alguien piensa que sabe que me va a atajar el penal. El penal más importante para mí hasta ahora. Intento entonces dejar que el tiempo pase un poco para lograr ponerlo nervioso. Doy un paso hacia la izquierda y relajo el cuerpo un poco más y doy el envión hacia delante… y el árbitro pita y me saca amarilla.
-Qué te pasa?- le digo.
-Vamos que se viene la noche, pibe, vas a tardar una eternidad. Dale, no hagas tiempo!- me contesta y se vuelve fuera del área después de anotar mi número en el cartón.
Otra vez mirando la pelota. Y otra vez el árbitro pita dando la orden para patear. Hago los seis pasos desde la pelota y uno a la izquierda. Unas cuantas gotas de sudor me recorren la frente y me paso el antebrazo antes que lleguen a los ojos. Nada que pensar. De un vistazo rápido miro el ángulo derecho del arco. Calculo la fuerza que voy a utilizar y alguien de la tribuna tira un petardo cerca y mis cálculos van a parar al carajo. Miro la pelota y decido enviarla baja, a su derecha, porque Justo es zurdo, pero alguien de atrás me apura mal diciendo algo un poco guaso de mi hermana. Nada, no hago caso. Concentración y pasmosa pasividad. Este penal define la final, faltan seis minutos, diez como mucho para terminar y si aguantamos la presión con esto se define el empate a 0 y salimos campeones después de cuatro largos años y listo. Doy el primer paso para adelante como para enviársela definitivamente fuerte al centro y arriba de puntín… y escucho al árbitro dar tres pitadas! Y se me viene encima sacando del bolsillo trasero del pantaloncito la tarjeta roja!


Luego de la expulsión se armó la grande. Hubo disturbios. Detrás del arco de Justo se lanzaron bengalas y petardos uno de los cuales le explotó cerca dejándolo aturdido y con una concusión auditiva. Luego todo se calmó y el árbitro por muy poco no suspendió el partido. Justo se perdió el penal porque había quedado medio atontado, y se quiso hacer el héroe pero el DT casi lo mata a garrotazos. Así fue que vimos desde nuestros respectivos bancos como el arquero suplente no pudo atajar el penal al centro, fuerte y alto, que pateó el arquero y capitán de Villa. Y Villa otra vez campeón.













Gastón M. Guzmán
01/12/2005 02:50:33

No hay comentarios.: