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domingo, enero 08, 2006

Transition year

(Dentro de los mortales efluvios que atraviesan las resacas fiesteras del fin de un puto año éstas son algunas de las cavilaciones por donde atravieso. Lo mismo advierto que éste es el que en mejor estado anímico se encuentra, los restantes son odas populares para tus vírgenes suicidas)



Basándome en el i ching algunos momentos fueron del talante de un preaviso, aunque inmune a ello basé siempre en la tozudez mis presagios y metí máquina vapor hacia delante, no miré a los lados ni medí consecuencia alguna, solo encaré absolutamente todo lo que se cruzó de la forma que lo he hecho y sigo haciendo, tomando alguna tangente y nunca directo al grano, pero es lo que hay
Decía algo de un carro tirado por bueyes el i ching, una transición con una carga pesada hacia algún otro sitio
Y lo fue. I´m in Spain. Se me ha dado el deseo de los 8 años anteriores. Cargo equipaje de mano en un campo de batalla adonde es imprescindible iniciar el levantamiento desde los mismos cimientos una historia diferente, como si el destino no fuera mas que aleatoria e innecesariamente una sabia decisión, pero algo similar a la dejada atrás, solo cambia el aire que la rodea y la perspectiva, sin embargo adyacente a eso he encontrado una cosa que buscaba y ya no estoy seguro de ansiar como antes, aunque tal vez si, que es el anonimato de confundir mi persona humana entre las manifestaciones de otros no muy diferentes a ti.
G. G.
6 o 7-1-006

Cabayasca marineas (descubierto en muelle de Marbella junto a Tía Nora)

la cualquier cosa (2º Parte)


Pudo haber sido cualquier cosa. Parte 2

Pudo haber sido cualquier cosa. Pero que el niño haya arrojado aquello contra la luna del escaparate de ropas para niños y justo a su cara voló el objeto que parecía un auto de juguete, un pequeño Mercedes Benz blanco, que quedó a sus pies junto a miles de brillantes trozos de cristal. Nada, pensó, un accidente. Pero el niño lo miraba con algo extraño en los ojos, como sereno y calculador, como con una fría advertencia, algo que para un pequeño de no más de cuatro años era demasiado. Y se fue, con esa mirada recorriendo su mente de camino hacia donde antes iba, a por unos trámites, pero transitando entre un sueño y una idea que no le cerraba.
Se sentó en un café. Miró el reloj. Apenas habían transcurrido dos minutos desde que salió de su casa. El periódico mencionaba algo de un accidente aéreo y una inundación, los chistes de última hoja apenas lo hicieron acordarse que eran chistes de última hoja. Resolvió el crucigrama como le gustaba. Inventando las palabras, que finalmente coincidían. Y coincidían. Y las palabras remarcadas donde normalmente va una frase famosa decía "Mira la hora otra vez". La miró, y algo cambió aún más. Dos minutos desde que salió de casa. El café que había tomado haciendo el crucigrama no estaba. Miró la página abierta del periódico y éste sin resolver. Dejó un Euro sobre la mesa y se levantó. Volvió. Pasó junto al escaparate y el cristal ya estaba colocado. Miró hacia el interior y un blanco objeto con forma de Mercedes Benz blanco iba camino a su cara estrellándose contra la pared mineral del cristal que estalló. El niño lo miraba y sonreía. Los niños y los locos siempre llevan la delantera en un par de cuestiones, pensó.


G. G.
4.1.006