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martes, marzo 27, 2007

Que rápido cura el miedo un beso.











Subí corriendo las escaleras de caracol con lustradas y brillantes barandas. ¿Corriendo? No, con apuro, urgencia. Seguro se había quedado con todo. Creo me dejé la cartera bajo el espejo, junto a una pileta, la del lado derecho! Ahora me acuerdo. Es que me quedé mirando como embobada si así estaba bien y cuando junté coraje bajé con Marcos. Y me la dejé ahí. Me acuerdo que entró una chica. Pero no su cara ni nada, solo sé que había alguien más, y era mujer, claro, pues Marcos jamás se animaría a entrar a un baño público conmigo. Siempre lo deseé, hacerlo en un baño público. No entiendo a los hombres. Constantemente lo mismo, las mismas posiciones. Apenas alguna vez en un lugar diferente al sommier. ¿En la cocina?, me preguntó no me acuerdo quien. Abro la puerta del baño. Y veo la cartera desde la misma puerta. Y respiro un poco aliviada. Esa cartera vale mucho. Dolce & Gabanna. Adentro las cosas desordenadas. ¡La abrió! Pero no falta nada, ni el dinero. Ah, un chicle, eso. Otra vez me miro al espejo. No puedo ser tan tonta. Y me miro las tetas. No están mal. Quizás el año que viene… Vuelvo a meter todo. La libreta está abierta y tiene un número anotado. 01115618343442. Nunca escribí ese número, ni me lo anotaron. Ni nunca usé la agenda. Me miro al espejo. El pelo no se que tiene pero me cae mal, algo a la derecha. ¿Y si llamo? No recuerdo como era ella. Pero pienso cortar con Marcos después de esta noche. Después de la fiesta de esta noche. Solo hablar de sus proyectos con papá. Y esa cosa horrible en su espalda. Basta de Marcos. No me imagino un día más con él. Yo llamo. Me da igual. Hola. Hola, ¿Bárbara? Si, gracias por dejarla. Te comí un chicle, gracias por eso. Bueno, no sé… ¿Mañana? No sé quien sos. Asomate al borde de la escalera y te estaré mirando, estoy con mi próximo ex. No sé… No te preocupes, solo tomamos algo en Bianco & Rosso, cerca de las 7, ¿si? Me miro al espejo y corto. No recuerdo que contesté. Mi reflejo no me deja pensar. 26 años, Bárbara, ya deberías haber probado algo más, ¿no? Guardo el número, me arreglo el pelo y salgo. Una adolescente rubia me observa bajar las escaleras y la miro. ¡Es muy linda!




G. G.


24.03.007


(práctica-continuación sobre cuento breve publicado en la puta Ñ)